Muzak: música de ascensor para el American Dream

Perfiles Random
8 min readSep 22, 2020

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Para los oídos millenials, el mejor ejemplo de música funcional es el soundtrack del Sims. Era la música de fondo que sonaba mientras se construían las casas de los Sims y se amueblaban con más o menos opulencia. La música del Sims se encuentra fácil en Youtube. Son tres horas y media de percusión ligera, pianos de jazz e instrumentación navideña, divididas en canciones que, con nombres como Construction Mode, Buy Mode o Vacation Music, hacen aún más explícita su naturaleza funcional.

El formato de easy listening music, configurada para estar sentado en la computadora, se perfeccionó con Youtube y la infinidad de canales de streaming musical, que transmiten 24/7, aparentemente hasta el fin del mundo. La más popular de todas es Lofi hip hop radio — beats to relax/study, que acumula más de 13 mil horas de reproducción y 218 millones de vistas, lo que lo convierte en uno de los streamings más largos y con más views de la plataforma. La música que suena en este canal es más contemporánea que el soundtrack del Sims: en lugar orquestaciones clásicas, suenan beats y sintetizadores, más cerca del dream pop y de J Dilla que de John Williams. Si la música de Sims acompañaba la vida en miniatura de esas criaturas, esa existencia acelerada y brillante, la música de Lofi hip hop radio parece estar diseñada para la deriva cibernética: los sintetizadores nebulosos marcan el tempo del scrolling, el deambular distraído del paso por la web.

Pero aunque haya diferencia musical, conceptualmente son lo mismo: las dos músicas llevan en su nombre para qué deben ser utilizadas. Como si fuera un manual de instrucciones: para construir casas o comprar electrodomésticos o estudiar o relajarse, los sonidos vienen marcados, es música de diseño.

Pero si la primera versión del Sims salió en el 2000, la idea de música de diseño nació mucho antes. Compuesta en 1917 por Erik Satie, Música de mobiliario es una pieza creada para sonar “como si no existiese”, como música de fondo: “esta música no tiene objeto; desempeña el mismo papel que la luz, el calor y el confort”. La idea, que después fue inspiración para compositores experimentales como Brian Eno y Pauline Oliveros, sirvió también como un modelo de negocio. Basada en la idea de Satie, Muzak fue la empresa que esculpió con su música los hábitos productivos durante varias décadas. Que musicalizó el sueño americano.

El creador de Muzak fue el general George Owen Squier, un militar estadounidense nacido en 1865. Pese a su cargo, Squier era más un científico que un militar: tenía un doctorado en Ingeniería, e inventó, entre otras cosas, un sistema de telefonía de árboles. En 1914 Squier logró transmitir desde un bosque de Nauen, Alemania, hasta uno en Washington. En teoría, cualquier árbol vivo servía para este sistema, que nunca fue probado.

Eventualmente, el avance de la tecnología radiofónica le haría desistir de su sistema de transmisión. Squier decidió dejar de lado su propio sistema y sumarse al furor de la radio. Y lo hizo con mucho éxito: en 1934 creó Muzak, un servicio radiofónico para negocios, que funcionaba por suscripción. Muzak, cuyo nombre se debe al parecido fonético con Kodak, que en ese momento ya era muy exitosa, producía o compraba grabaciones de artistas originales y le entregaba al cliente una radio donde sonaba. Los clientes de Muzak eran hoteles, restaurantes, y clubs, y los parlantes generalmente se escondían entre las plantas. Con el tiempo, se fue haciendo evidente que los ascensores eran lugares estratégicos para colocar los parlantes, para que la música amenizara el momento incómodo de estar parado en un ambiente muy pequeño junto a desconocidos. En 1937, Warnes Bros compró Muzak y la expandió por Estados Unidos, ampliando el mercado a barberías y consultorios médicos.

Pero el verdadero salto lo dió en la década del 40. Durante los años de posguerra, en los que Estados Unidos se convirtió en superpotencia mundial, el empresario William Benton, responsable de la compra de Muzak, pensaba cómo podía expandir su negocio no solo a espacios de esparcimiento, sino a lugares de trabajo. La respuesta que encontró, que determinaría el éxito de la empresa fue el Stimulus Progression.

La idea fue adaptar y sistematizar la música al proceso productivo, con el objetivo de maximizar la productividad. El cambio fue doble. Por un lado, se cambió la instrumentación de la música. Muzak contrató una orquesta propia y empezó a producir su propio material. Por supuesto, la música era instrumental: si se le agregaban voces se corría el riesgo de que los empleados le prestaran atención y se desconcentraran de sus tareas.

El otro cambio fue el de los tiempos de la música. Se estructuró en bloques de 15 minutos, en los cuales se iba aumentando la velocidad y la instrumentación, para alentar a que los oyentes trabajaran más rápido. Una vez que se alcanzaba el clímax musical, se pasaba al siguiente bloque, que eran quince minutos de silencio. La idea era que para que el estímulo musical fuera eficaz, había que contrastarlo con silencio.

David O`Neill, ejecutivo de Muzak durante este período, explicaba cómo debía funcionar la rutina laboral con Muzak de fondo: “Cuando el empleado llega a la mañana, generalmente está de buen humor, así que la música es tranquila. Alrededor de las diez y media, empieza a sentirse un poco cansado, así que le mejoramos el ánimo con la música apropiada. A la mitad de la tarde, cuando generalmente vuelve a sentirse cansado, lo animamos de nuevo con canciones aún más rápidas que las de la mañana”.

El Stimulus Progression se basaba en la idea de que la intensidad afectaba la productividad. Las canciones se clasificaban del 1 al 6 de acuerdo a su intensidad. Un pieza de piano solo recibe un 1, y una canción con una orquesta completa recibe un 6. Entonces, en los quince minutos de música, van a sonar 6 canciones de diferentes grados de intensidad, generalmente creciente. A las 11 de la mañana y a las tres de la tarde, las horas más letárgicas según los estudios de Muzak, van a sonar las piezas más potentes. Después del almuerzo y las últimas horas de trabajo van a ser acompañadas por sonidos suaves o silencio.

La eficacia del Stimulus Progression nunca se comprobó. Según la empresa, su música aumentaba un 9,1% la productividad de los trabajadores. Y que la gente que tipeaba mientras escuchaba Muzak disminuía un 38,6% sus errores. Pero estas cifras eran conclusiones de estudios sin demasiada base científica. Sí que existen varios estudios científicos sobre la relación entre la música y la toma de decisiones, por ejemplo al momento de comprar.

Aparentemente, la gente compra al ritmo de la música que escucha: mientras más rápido sea lo que escuche, mayor será la velocidad con la que comprará.Las empresas usan música de ritmos suaves cuando hay pocos clientes en los establecimientos para que se queden. Pero cuando tienen una afluencia masiva de clientes, ponen música de ritmos más rápidos para que compren más rápido y evitar las aglomeraciones.

Con el sistema Stimulus Progression, Muzak dominó los Estados Unidos. No solo en la casa de la gente, que empezó a consumir el estilo de música de Muzak, sino que también los presidentes Eisenhower y Kennedy lo pusieron en la Casa Blanca, y hasta la NASA lo empezó a usar en sus misiones espaciales: los miembros del Apolo 11 escucharon Muzak cuando el cohete estaba despegando, para calmar los nervios.

Tuvieron que pasar veinte años para que el consumo de Musak empezara a disminuir. En los 80`s apareció Yelco, una compañía de Seattle que ofrecía foreground músic. Si el negocio de Musak era la background music, un sonido que envolvía, que estaba a la vez presente pero que no se percibía, la foreground era música con letra, con una identidad marcada que correspondía a la identidad del consumidor. Musak empezó a producir música con letra en 1984 y ya era tarde: el concepto de música funcional había quedado obsoleto.

Pero en la época de Spotify, es tentador pensar que todo el consumo de música se estructura a partir de la lógica de la funcionalidad, ya sea a nivel corporativo o individual.

Música sistematizada a partir de algoritmos de consumo. En el caso de las empresas, foreground music diseñada para engrasar los mecanismos de consumo o remarcar el branding de un local, o bien background music para ambientar los espacios vidriados de un coworking. Y en caso de los usuarios humanos, background music como sonido ambiental y productivo, ya sea para estar en la oficina o en el gimnasio, y foreground music como identidad de marca individual, con la posibilidad de compartir la música que escuchamos con nuestros contactos. ¿No es Spotify, un dispositivo que organiza la música por estados de ánimo para sus usuarios, un Muzak digievolucionado?

De hecho, en sus últimos años antes de desaparecer, Muzak ya no trabajaba el concepto de Stimulus Progression, sino que producía música desde la perspectiva del Quantum Modulation, un sistema de clasificación de música que enfatizaba no la productividad sino el estado de ánimo, el mood de los oyentes. A diferencia de la música compuesta de acuerdo al Stimulus Progression, que estaba diseñada para potenciar la productividad, el Quantum Modulation apuntaba a mantener el ánimo de los oyentes estable con canciones que fueran similares. Los ingenieros de Muzak, que con humildad se llamaban a sí mismos Arquitectos del Audio, creaban ambientes sonoros para entornos amplios, con la idea de inducir a los oyentes en un estado de ánimo específico. Este sistema clasifica la música en diferentes categorías. Muzak tenía 45 categorías diferentes y bastante poco específicas: oscuro o luminoso, tempo, rango dinámico, feliz o triste, masculino o femenino, instrumentación, género, período, geografía. A partir de esta clasificación, los Arquitectos del Audio tenían una enorme base de datos a su disposición para crear listas adaptadas a cualquier entorno.

Desde motor productivo en las oficinas de hasta algoritmos diseñados para moldear el mood, ¿cuál es el futuro de la escucha de música? Vinod Khosla, uno de los inversores de Spotify, sostiene que en menos de diez años no consumiremos música sino sonidos personalizados, que adaptarán a los estados de ánimo de los usuarios. Mientras tanto, en Youtube se puede escuchar tanto la música de los Sims como un disco de Muzak. Las dos suenan muy parecidas, evidenciando algo que siempre se supo: que el Sims era una especie de American Dream en miniatura, para niños.

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